Maternidad y trabajo: tips de supervivencia


Para miles de mujeres formar una familia y trabajar al mismo tiempo significa tener que enfrentar una gran cantidad de dificultades relacionadas con la incompatibilidad entre las exigencias de sus hijos y las demandas de su trabajo. No obstante, mujeres de todo el mundo hacen malabares con su tiempo y su vida personal para lograr combinar ambas actividades. Si eres una madre trabajadora, en este artículo te decimos cómo sobrevivir de la forma más sana a esta doble tarea.


Dos trabajos de tiempo completo

Trabajar y tener hijos suena tan común hoy en día que nadie se sorprende de que las mujeres sean capaces de llevar a cabo este doble papel. No obstante, todas aquellas que lo realizan saben perfectamente que ambas actividades bien pueden considerarse de tiempo completo. Y aún así, ellas desempeñan las dos a diario, muchas veces con muy poca ayuda de otras personas.
Si bien cada vez más y más mujeres en todo el mundo toman la decisión de trabajar y criar a sus pequeños de forma paralela, en algunos países como los Estados Unidos, la proporción de mujeres con hijos que permanecen en el mercado de trabajo ha dejado de crecer al grado de casi llegar a estancarse.
Un artículo del New York Times señala que la participación de las mujeres norteamericanas con hijos ha disminuido de forma tan importante que ha comenzado a ser tema de estudio para diversos especialistas en ese país. “¿Será que este cambio representa una evidencia de la idea popular de que muchas madres prefieren quedarse en casa y cuidar de sus hijos?”, se pregunta el reportero Eduardo Porter.
Pero la respuesta a esta cuestión está lejos de ser sencilla ya que, según el mencionado artículo, la socióloga Suzanne M. Bianchi, de la Universidad de Maryland, ha concluido exactamente lo contrario a la opinión popular. Para ella, el movimiento de las mujeres hacia el mercado del trabajo asalariado no se ha dado a expensas del cuidado de los niños, ya que su investigación de sobre las encuestas de uso del tiempo demuestra que los padres pasan hoy en día más tiempo con sus hijos y que las mujeres que trabajan ocupaban en 2003 un promedio de 12 horas a la semana en el cuidado de los menores, lo que representa incluso una hora más del tiempo que dedicaban las madres a sus hijos cuando estaban todo el tiempo en casa en 1975.
En contraste, las mujeres con hijos en casa ganaron tiempo para trabajar fuera del hogar al tomarlo de otras partes de su día. Y sobre todo, ellas trabajan más, ya que entre su empleo y las labores domésticas, estas mujeres trabajan en promedio 15 horas más a la semana y duermen 3.6 horas menos que aquellas que no tienen un trabajo asalariado. “Quizá, hemos comprimido el tiempo tanto como se podía”, señala Bianchi y agrega que: “si los niños toman tiempo y el trabajo también, los conflictos no se acaban”.


Renunciar a la culpa

Si bien es cierto que los conflictos entre la maternidad y trabajo no van de desaparecer nunca –o, no hasta que inventemos nuevas formas de trabajo y de maternidad–, la buena noticia para las madres que trabajan es que existen distintas formas de aliviar la presión de tener hijos y continuar trabajando. Una de las tareas que ha sido reconocida como esencial para lograrlo es eliminar el fantasma de la culpa que afecta a buena parte de las madres trabajadoras, ya que muchas temen no estar dedicando tiempo suficiente al cuidado de sus hijos.
La culpa que sufren las mujeres trabajadoras es distinta a las demás debido a que está influida por los poderosos imaginarios sociales acerca de lo que significa ser “una buena madre”. La autora norteamericana Marnie L. Pehrson, explica que: “la culpa sirve en ocasiones para hacernos saber las cosas que no encajan en nuestras vidas, cuando necesitamos trabajar en ellas o cuando hemos hecho algo mal. Pero las mujeres llevan la culpa a un nivel totalmente nuevo. Las mujeres sienten culpa porque no pueden ser al mismo tiempo súper mamas, profesionales exitosas, esposas glamorosas con cuerpos exuberantes y buenas servidoras sociales”. Tan es así, que hay algunos síntomas para determinar si una mujer sufre esta clase de culpa. Algunos de ellos son:
  • Sentimientos de inferioridad: “otras mujeres sacan adelante todo esto, ¿por qué yo no puedo?”
  • Sentimientos de inadecuación: “No tengo talento, mira todo lo que ella hace, es tan talentosa, pero yo no puedo hacer nada”.
  • Sentimientos de martirio: “Todo lo que hago  es esperar a los demás, mi esposo, mis clientes, mis hijos. Nunca tengo tiempo para mí y si lo tengo, sólo logro sentirme culpable por ello”.
La investigadora colombiana Doris Lamus Cañabate señala que socialmente tendemos a rendirle culto a la imagen de la madre y “a ella se le encargan las principales funciones de socialización y crianza de los hijos, y el forjar hombres y mujeres íntegros, productivos y funcionales a la sociedad”. No obstante, advierte que “la sacralización de la maternidad en los imaginarios sociales, no corresponde a las demandas que la sociedad le hace a la mujer actual, generándose intensas paradojas entre el ideal y lo que se hace”.
Tenemos entonces, la imagen idealizada de la madre que dedica toda su vida a los hijos, pero también la apremiante necesidad de muchas mujeres por trabajar y llevar un ingreso a su hogar. Con este escenario, la única opción que les queda a las madres trabajadoras es tratar de conciliar la imagen ideal de las madre con sus necesidades reales, y una excelente forma de hacerlo es aprendiendo acerca del crecimiento de los hijos de las madres trabajadoras.

En distintos países se han desarrollado estudios de seguimiento para comparar el desempeño de los niños que fueron criados por sus madres de tiempo completo y los que crecieron en guarderías o estuvieron al cuidado de otras personas que no eran su madre. La buena noticia para las madres trabajadoras es que, hasta ahora, no se han encontrado diferencias importantes en el desempeño de estos dos grupos de niños.

En el libro Not Guilty! The Good News About Working Mothers (¡Inocente! Las buenas noticias sobre las madres trabajadoras), Betty Holcomb documenta una buena cantidad de estudios que muestran que las mujeres trabajadoras son más sanas y menos depresivas que sus contrapartes que no cuentan con un trabajo asalariado y además cita diversos estudios realizados en poco más de medio siglo los cuales demuestran que no hay diferencias significativas entre el desarrollo de los hijos de las mujeres asalariadas  y las que permanecen en casa.

De igual forma, un libro editado por la Academia Norteamericana de Pediatría (Caring for your baby and young child - Cuidando de tu bebé y tu hijo pequeño), indica que “el desarrollo de los niños está más influido por la cantidad de estrés que hay en la familia, por la forma en que ésta vive el hecho de que la mujer trabaje y la calidad del cuidado que reciben”, y añade que “un niño que está bien emocionalmente, que es amado y está bien cuidado, crecerá de forma saludable sin importar si su madre trabaja fuera de la casa”. Como corolario, este documento agrega que: “una madre que combina de forma exitosa el trabajo en la casa y la maternidad es un excelente modelo para su hijo”, ya que “los hijos de las madres trabajadoras con frecuencia suelen ser adultos independientes, responsables y orientados a la consecución de logros”.


Más ayuda dentro del hogar

Una forma más de hacer frente a las dificultades de combinar el trabajo y la maternidad es dejar de creer que “es posible hacerlo todo”, es decir, que además de atender las demandas del trabajo y el hogar, las mujeres podemos dedicar una hora diaria al gimnasio, un día a la semana a las amigas, un tarde para ir al cine con nuestra pareja o incluso algunas horas a la semana para continuar nuestros estudios.

Si bien la organización hace posible llevar a cabo tareas que normalmente resulta difícil conciliar,  la dura realidad es que sólo es posible hacer aquello que cabe dentro de las 24 horas que dura el día, descontando las horas necesarias para el descanso. Y para la mayor parte de las mujeres de todo el mundo, las tareas de la casa (incluido el cuidado de los hijos, los ancianos y los enfermos), siguen representando una segunda carga que ellas llevan a cabo casi siempre con poca o ninguna ayuda por parte de sus esposos o compañeros.

Para la Cathie Watson, ex­-ejecutiva de una compañía de alta tecnología en Silicon Valley, esto significa que las mujeres “hemos conseguido la equidad en el trabajo, pero en realidad no hemos alcanzado la equidad en el hogar”. Es por esto que cada vez más y más mujeres le exigen a sus parejas se involucren en las tareas domésticas, pues muchas sienten que ellas ya han hecho su parte al contribuir con los ingresos del hogar, pero muchos hombres no han correspondido de igual forma aportando su apoyo en las tareas domésticas. “Las mujeres de hoy queremos un hombre que sea como nosotras: bueno para trabajar fuera y dentro de la casa”, dice Nora Padilla, mexicana soltera de 33 años, quien espera no estarse equivocando al pensar que los hombres “ya están agarrando la onda” y están dispuestos a participar más de las tareas domésticas.


 Cuatro tips para sobrevivir a la maternidad y el trabajo juntos
  • Crea un sistema de apoyo. Deja de tratar de hacerlo todo tú misma. Sencillamente no se puede. Acepta la ayuda que te ofrezca tu pareja, tu familia y tus amigas. Busca a otras madres trabajadoras que puedan apoyarte. Esto es más sencillo cuando los hijos comienzan a compartir actividades fuera de la escuela.
  • Insiste en involucrar a tu pareja. Si eres de las que no deja que tu pareja realice las labores del hogar “porque de todos modos las hace mal”, piensa dos veces en esto: es mejor tener una ayuda “perfectible” que ninguna ayuda en absoluto. Unas clases de asertividad serán útiles para explicarle a tu compañero cómo hacer la comida sin dejar la cocina de cabeza y, a la larga, siempre será mejor tener con quién compartir las pesadas cargas domésticas que estarse quejando por no tener ningún apoyo.
  • Busca tiempo para ti misma. Aunque suene súper complicado, debes encontrar tiempo para estar bien contigo misma. Si logras tomar un baño largo o hacer alguna actividad física al menos durante 20 minutos, te sentirás más relajada y estarás en mejores condiciones de disfrutar de tus hijos.
  • Descansa lo más posible. Hay periodos en la vida de las madres trabajadoras en que se sienten tan cansadas que piensan que ya no tienen energía para seguir. Deshazte de los compromisos innecesarios. Aparta tiempo los fines de semana para tomar una siesta. Entre más descansada estés más fácil será manejar los problemas que inevitablemente surgen todos los días.



TOMADO DE: MUJERESQUETRABAJAN.COM

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